viernes, 12 de junio de 2015

ESTRATEGIA DE EDUCACIÓN AMBIENTAL PARA LA SUSTENTABILIDAD  EN MÉXICO SEMARNAT

Hoy en día es notable el avance del conocimiento científico y el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación, mismo que permite conocer la situación que prevalece en todo el planeta casi de manera instantánea. Sin embargo, estos avances no han sido suficientemente utilizados para crear una conciencia ambiental ni han logrado solucionar los problemas que amenazan la sobrevivencia del ser humano. Es por esto que se ha hecho cada vez mayor el llamado de los educadores ambientales para que estas herramientas se conviertan en su principal aliado y se logre una sinergia de los distintos sectores para impulsar la educación para la sustentabilidad dirigida a los niños, a los jóvenes, a los maestros, a las madres y padres de familia, a los tomadores de decisiones, a los agricultores, a los empresarios... a todas las mujeres y hombres que vivimos en este país y que tenemos la responsabilidad y el compromiso de legar un México sano y habitable, sustentable para las siguientes generaciones.

Desde principios de la década de los años 90, se pueden ubicar, por un lado, propuestas realizadas en distintos foros nacionales y, por otro, esfuerzos colectivos, en la línea de generar un marco estratégico en materia de educación ambiental, con el cual se alcanzara una orientación nacional común aplicable a distintos contextos regionales y estatales. Es decir, desde entonces se buscaba una plataforma en la que se establecieran tres factores imprescindibles: a) los elementos centrales para definir las políticas públicas en educación ambiental para la sustentabilidad (EAS); b) el establecimiento de un pacto social federal de apoyo a la EAS desde los tres órdenes de gobierno, y c) la garantía de trascendencia de una administración pública a otra.




  Este documento responde a los señalamientos expresados durante el Encuentro Nacional de Educación Ambiental para el Desarrollo Sustentable. “Diez años para cambiar el mundo”, celebrado en mayo de 2005, en la ciudad de Aguascalientes, por más de 300 educadoras y educadores ambientales, en la línea de que, frente al proceso de deterioro ambiental del país, debía elaborarse una estrategia que apuntara prioridades y estableciera rumbos, con una visión nacional propia, para los esfuerzos que deberán realizarse los próximos años en el marco del Decenio de las Naciones Unidas para la Educación con miras al Desarrollo Sostenible (2005-2014). INTRODUCCION Abelardo Castillo (AC) En dicho encuentro se enfatizó que una estrategia de educación ambiental para la sustentabilidad en México era también necesaria para: a) generar una dirección común y articulaciones sociales, producto del consenso, desde el orden federal hasta el municipal; b) brindar un referente nacional a los planes estatales que en este campo se habían o estaban realizando; c) contar con un estado de la cuestión actualizado en EAS; d) superar las acciones inmediatistas; e) acopiar fuerza social y política para sustentar y cubrir a las acciones que se realizan; f) hacer eficiente la capacidad de gestión financiera para los proyectos de EAS; g) asumir compromisos en el marco de acuerdos y convenios, como por ejemplo, la Agenda XXI; y, sobre todo, h) orientar el establecimiento de una política pública que permita posicionar a la EAS como un elemento central del desarrollo nacional. Por otro lado, la presente Estrategia debe ubicarse también en el marco del programa para el establecimiento del Decenio de las Naciones Unidas para la Educación con miras al Desarrollo Sostenible (2005-2014), encabezado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), a través del Estrategia de Educación Ambiental 15 Omar Garza Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable (Cecadesu), y la Secretaría de Educación Pública (SEP). Estas instancias del gobierno federal han impulsado el Compromiso Nacional por la Década de la Educación para el Desarrollo Sustentable, el cual ha sido suscrito por el Presidente de la República y por múltiples representantes de diversos sectores de la vida política, económica, social, educativa y cultural de México. Pero no hubiera sido suficiente la intención de elaborar la referida Estrategia si paralelamente no se hubiera contado con otros factores, entre ellos, los siguientes:
a) Una trayectoria nacional acumulada en materia de educación ambiental que ha permitido retomar y actualizar esfuerzos anteriores, que han buscado también como objetivo orientar el desarrollo teórico, metodoló- gico y práctico de la EAS en el país.
b) Una maduración del “estratega”, es decir, la comunidad de educadores ambientales de México, quien ahora cuenta con mayores conocimientos y capacidades para contribuir al tránsito de una EAS “adaptativa” (el contexto la domina y la define) a una EAS “de incidencia” (donde la citada comunidad “implanta” al contexto algunas de sus propuestas).
c) La existencia de los citados planes estatales de educación ambiental, los cuales: a) han otorgado referentes locales para el desarrollo en este campo; b) han generado procesos y redes sociales en las distintas entidades con disposición a una mayor articulación nacional;
 c) han establecido prioridades y temas centrales a atender a partir de los diagnósticos socioambientales;
 d) han orientado los esfuerzos hacia la obtención de resultados concretos en la materia, y e) proporciona mayor visibilidad pública a la educación ambiental (EA).





 Educación ambiental para la sustentabildad: consideraciones conceptuales y prácticas para su futuro.
El desarrollo y la crisis ambiental
 Los patrones actuales de producción y consumo son insostenibles y han tenido como consecuencia la profundización y ampliación de la pobreza y la destrucción de los ecosistemas. Tales patrones están ligados al concepto convencional y predominante de desarrollo. Y, como ha señalado Wolfgang Sachs (1993), el desarrollo es, sobre todo, una manera de pensar; Viola (2000) añade que es un poderoso filtro intelectual de nuestra percepción del mundo contemporáneo. No puede fácilmente identificársele con una estrategia o programa particular. Está asociado desde la posguerra al camino universal, la superioridad de la economía, la factibilidad mecánica del cambio, la aparición de nuevos actores (ligados a la globalización económica) y ciertas transformaciones (como la tecnológica), mientras se marginan a otros sujetos sociales y se degradan otras clases de cambio.



La sustentabilidad como marco para la educación ambiental.
La sustentabilidad, más allá de si se le usa como adjetivo del desarrollo o de las sociedades (lo que por sí mismo genera debate), puede entenderse de muy divergentes maneras. La compleja polisemia que el término posee ha generado una evidente confusión, la cual se incrementa con el empleo, muchas veces indiscriminado, de otros dos adjetivos: sostenible y sostenido. Con el riesgo de simplificar excesivamente el debate, pueden ubicarse algunos enfoques predominantes: Estrategia de Educación Ambiental 31 el que entiende la sustentabilidad como “crecimiento económico sostenido”, es decir, no dejar de crecer, no dejar de generar desarrollo en el sentido convencional, pero con ajustes, especialmente de carácter económico y tecnoló- gico. Este enfoque tiene como principal problema que lleva implícita una contradicción irresoluble: que el desarrollo crezca infinitamente en un medio finito. En su posición más convencional la gestión de los recursos parte del principio de salvaguardar reductos naturales. El nivel de vida es un referente importante en esta tendencia.



Actuales tendencias de cambio en la educación ambiental para la sustentabilidad
Hay consenso entre los actores sociales involucrados en el campo de la educación ambiental para la sustentabilidad de que ésta no posee aún un cuerpo teó- rico consolidado. Esta debilidad puede explicarse por varios factores: a) la corta trayectoria de esta tendencia educativa, que apenas tiene alrededor de 30 años; b) la muy reciente identidad y despunte de la investigación en educación ambiental; c) la predominancia de esfuerzos prácticos, no sólo extracurriculares, sino en muchos casos anti-intelectuales; d) la preponderante presencia en el surgimiento y desarrollo del campo de profesionales de las ciencias naturales que, a pesar de sus muchos aportes brindados, no tenían como prioridad el fortalecimiento teórico-filósofico y pedagógico de la educación ambiental; y e) la confluencia de varias disciplinas para la construcción del campo, que genera una tendencia hacia paradigmas complejos, cuyo establecimiento tampoco tiene la suficiente madurez, dada su escasa tradición teórica y epistemológica.



El término: educación ambiental para la sustentabilidad.
 La educación, como fundamento de la sustentabilidad, se reafirmó en la Cumbre de Johannesburgo mediante un compromiso plasmado en el Capítulo 36 de la Agenda 21 de la Cumbre de Río, realizada en 1992. Tal reafirmación se plasmó al reconocerse que para acceder a un nuevo paradigma, la educación desempe- ña un papel importante para reorientar nuestras pautas de acción y contribuir Archivo Globe a la transformación progresiva de las formas de utilización de los recursos y de las interrelaciones personales desde criterios de sustentabilidad ecológica y equidad social. Consciente de la importancia del desarrollo sustentable para el futuro de la humanidad, en diciembre de 2002, mediante la resolución 57/254, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el Decenio de las Naciones Unidas para la Educación con miras al Desarrollo Sostenible (2005-2014) y designó a la UNESCO para promoverlo. El propósito de esta iniciativa es impulsar la educación como base para una sociedad más equitativa e integrar el enfoque de la sustentabilidad a los diferentes niveles que conforman los sistemas educativos.



Dimensiones y planos a profundizar en la educación ambiental para la sustentabilidad

1) Dimensión política La educación ambiental para la sustentabilidad debe canalizar esfuerzos en la construcción de sujetos críticos que asuman posturas claras y en colectividad, y amplíen los espacios de gestión social y garanticen, desde sus propias prácticas, las condiciones de diálogo, de respeto y de participación como derechos que son indispensables para la sustentabilidad. En esta misma línea, es preciso advertir que el concepto predominante de democracia, que ha estado limitado por su estrecha vinculación con el ejercicio individual de tomar una opción política (sobre todo expresado en las urnas), se ha caracterizado por una intención y una capacidad marcadamente débiles para generar opciones alternativas al modelo impuesto por la sociedad de mercado. Así, para la educación ambiental ha existido desde décadas atrás una preocupación por los acentuados procesos de individualización y extensión de los valores de la productividad y el consumo que, aunque muy coincidentes con la democracia formal, poco alientan la ampliación de los márgenes para una participación ciudadana colectiva en la transformación de la realidad social y ecológica.
2) Dimensión ecológica Cualquier concepto de sustentabilidad que no gire alrededor del principio que enfatiza la dependencia de las sociedades humanas hacia los ecosistemas, no tiene sentido. Esto puede sonar a verdad de Perogrullo, pero cabe recordar que existen posiciones, ya mencionadas, que entienden la sustentabilidad como la estrategia para garantizar el crecimiento económico, lo que lleva, bajo tales posturas, a rechazar mecanismos de control, que no sean los del propio mercado, sobre el empleo y administración de los ecosistemas; es decir, paradójicamente existen propuestas para una sustentabilidad no ecológica. El cúmulo de datos que están documentando la carrera ecocida de las sociedades humanas resulta hoy en día abrumador. Robert Goodland (1997), con base en un amplio uso de cifras sobre la intensidad en el aprovechamiento de los recursos naturales de la Tierra y los desechos generados por los procesos económicos, confirma con claridad, como lo dice el título de su artículo “la tesis de que el mundo está en sus límites”, lo que implica que el actual crecimiento de la economía global ya no puede mantenerse.
3) Dimensión epistemológica y científica. Redclift (1997), como muchos otros, se pregunta: “¿está capacitada la ciencia ante la tarea que enfrentamos –equipar a las sociedades humanas para manejar el medio ambiente de manera sustentable?” y este mismo autor reconoce que la autoridad social de la ciencia y la tecnología está siendo, en este sentido y en otros, enjuiciada, especialmente en los países del Norte. Hoy se pone en duda que la labor cognoscitiva, y la práctica que de ella se deriva, esté contribuyendo a acercarse al mundo o a las realidades regionales, de la manera realmente esperada por la gran mayoría de la humanidad. Como plantea Prigogine (1989) la ciencia pasó en 150 años de ser “una fuente de inspiración a ser una amenaza de destrucción de conocimientos, de las tradiciones, de las esperanzas más enraizadas en la memoria cultural: no es tal o cual consecuencia tecnológica o resultado científico, sino el mismo [espíritu científico] el que se ve acusado.”
4) Dimensión pedagógica Se refiere a la planeación y diseño de situaciones de aprendizaje, la relación comunicativa entre los actores del mismo (aspecto al que se le dedicará un apartado completo por la relevancia que tiene y la escasa atención que se le ha dado) y de sus instrumentos didácticos (como materiales y medios de difusión) para facilitar la comprensión de la realidad y su transformación en el plano personal y comunitario. La teoría de aprendizaje que subyace a este diseño pedagógico parte de privilegiar al diálogo y de entender que el conocimiento es una producción colectiva derivada de un proceso de ap
5) Dimensión ética Un proyecto de transformación ambiental, desde el punto de vista educativo, además de replantear el proceso de generación o construcción de conocimiento, debe analizar la orientación valoral y política que están detrás de tal conocimiento. Aprender a aprender la complejidad ambiental debe pasar, en el caso de la educación ambiental y de la producción de conocimiento, por la integralidad de la persona y por el reconocimiento de diversas formas de conocer, comprender y transformar la realidad (Idem)

6) Dimensión económica Detrás del concepto de desarrollo, entendido de manera predominante, de acuerdo con lo planteado en un apartado anterior, como un cambio evolutivo, lineal y mecánico de las sociedades, existe un pensamiento económico que cree en la posibilidad del crecimiento infinito de la producción y el consumo, y cuya perspectiva determinista se ha resistido a la modificación de sus principios. Las ciencias naturales y las sociales han sido sistemáticamente interpeladas por la crisis ecológica, lo que las ha obligado, a pesar de las resistencias, a ir consolidando en sus cuerpos analíticos una perspectiva más integral que vincule la naturaleza y la cultura. Sin embargo, existe cierto consenso en que la disciplina científica con menor disposición a este cambio es la economía, aferrada a mantener como un principio central la búsqueda del máximo beneficio monetario y a ignorar, o menospreciar, la función vital que tiene el factor ambiental en el desarrollo, no sólo de la actividad económica, sino de la existencia humana misma.

7) Dimensión cultural La cultura es una estrategia adaptativa. Es una plataforma que tiene múltiples instrumentos de adaptación y transformación del medio. Ello significa que la especie humana no se adapta, o transforma el medio, exclusivamente a través de la técnica, sino también por medio de instrumentos sociales y simbólicos. La sociedad no es sólo una manifestación de fraternidad y convivencia, o de odios y guerras, ni los símbolos una simple forma de fantasear. Representan también formas adaptativas (Ángel, 1996). Materia necesaria de atención de la educación ambiental para hacer visibles las profundas relaciones entre la cultura y sus producciones con el territorio donde habita y de sus posibles riesgos para la sobrevivencia provenientes de las creaciones culturales desadaptativas


 El papel de la educación ambiental en las instituciones de investigación ecológica y ambiental: algunas ideas y propuestas Las instituciones también se beneficiarían al incluir como miembros permanentes a personal calificado y con experiencia en estas áreas. Es importante señalar que estos equipos deben ser capaces de entender el lenguaje de la ciencia y sus métodos de trabajo para el manejo de contenidos científicos, así como en el diseño de productos innovadores de tipo educativo, informativo o tecnológico. Tomando en cuenta que en la actualidad los educadores ambientales provienen de profesiones como biología, ciencias ambientales, pedagogía, ciencias de la comunicación, sociología y/o antropología, debe pensarse en la conformación de equipos de trabajo interdisciplinarios. 1) En las reflexiones actuales sobre el papel de la educación ambiental se reconoce que la educación por sí sola no es suficiente para lograr los cambios y transformaciones sociales necesarios para transitar hacia un desarrollo que considere el bienestar de todos los grupos humanos al mismo tiempo que se mantengan los procesos ecológicos que sustentan el funcionamiento de la biosfera (Reyes, 1997; Andelman, 2001). Paralelos a los programas de educación ambiental, se recomienda impulsar proyectos en distintas áreas de acción. Se enfatiza el establecimiento de proyectos productivos, de programas de incentivos económicos, promoción de la salud, de atención a las deficiencias en infraestructura en comunidades rurales y urbanas, entre otros tantos ejemplos. Cómo se relacionan los proyectos educativos con este tipo de acciones no es del todo claro todavía, aunque se pueden identificar experiencias que a través de enfoques participativos de trabajo avanzan en este sentido (Paré y Lazos, 2003).
Periodismo ambiental mexicano y educación ambiental
Dentro de este subtítulo se incluyen reflexiones que en torno a la práctica del periodismo ambiental se han producido en nuestro país desde la década de los 70 hasta la fecha, en dos sentidos: a) el periodismo ambiental, como forma de comunicación para la contribución de una cultura ambiental en la sociedad; b) los avances y retos que deben enfrentarse en esta materia de la mano de los procesos de educación ambiental para la sustentabilidad. Por lo anterior, se presentan al final del documento, en el rubro de los retos y propuestas, dos aspectos que, teniendo su particularidad, deben trabajarse de manera entrelazada: el periodismo ambiental y la EAS, los cuales deben surtir un efecto complementario entre la formación de una opinión pública informada, la toma de decisiones de manera conciente y la participación ciudadana a favor del medio ambiente y, por ende, de la calidad de vida de los sujetos en colectividad.


Misión, Visión y Objetivos Estratégicos de la educación ambiental.

Misión Desarrollar políticas públicas en materia de educación ambiental para la sustentabilidad, tanto en el plano nacional como local, que favorezcan la construcción de una cultura ambiental, el incremento en la calidad de vida de la población, el fortalecimiento de la ciudadanía y de las múltiples identidades culturales del país, y la protección de los ecosistemas y su biodiversidad. Valores La misión tiene sentido en el marco de una ética ambiental que considera un repertorio de valores humanos, entre los que destacan los siguientes, sin menoscabo de otros que aporten a la sustentabilidad: MISIÓN, VISIÓN Y OBJETIVOS ESTRATÉGICOS Omar Garza Visión En México, en el año 2014, la educación ambiental para la sustentabilidad es una política pública, construida con amplia participación social, en los ámbitos de gobierno federal, estatal y municipal, que se manifiesta de manera transversal en los quehaceres sociales y es un elemento estratégico en el Plan Nacional de Desarrollo, en el Programa Nacional de Educación y en el de Medio Ambiente, así como en los programas sectoriales nacionales y estatales, en especial los de medio ambiente, educación y desarrollo. Existe una estrategia nacional en operación con impactos sociales y ambientales que favorecen un cambio cultural impulsado por una sociedad activa que diseña y ejecuta programas y proyectos consolidados, fundamentados en una institucionalidad fuerte, en una ciudadanía crítica y participativa, en la incorporación de la educación ambiental para la sustentabilidad en todos los niveles educativos, en una amplia y sólida oferta de formación de educadores y de promotores, así como en la investigación y divulgación científica y la revaloración de los saberes tradicionales. Objetivos Estratégicos Se consideran los siguientes objetivos estratégicos, los cuales tienen su sentido en la misión y procuran, por lo tanto, contribuir a su cumplimiento: Estrategia de Educación Ambiental 209 Respeto a la vida en todas sus manifestaciones, especies y ciclos naturales. Equidad y solidaridad (justicia social y económica, corresponsabilidad, compromiso con los pobres). Respeto a la diversidad humana (tolerancia a las diferencias, colaboración, observancia de los derechos humanos). María Murrieta MISIÓN, VISIÓN Y OBJETIVOS ESTRATÉGICOS 1. Consolidar la educación ambiental para la sustentabilidad como una política pública fundamentada en una legislación, tanto específica, como transversal, a otros campos relacionados; en una institucionalidad sólida, gubernamental y civil; y en recursos financieros significativos para la realización de programas y proyectos relevantes que tengan como fin la construcción de una cultura ambiental en el país. 2. Conformar una amplia oferta de formación ambiental que permita al país y a sus distintas regiones contar con docentes, educadores y promotores ambientales y recursos humanos estratégicos y operativos, profesionalizados, capaces de responder a las demandas que en materia de EAS plantee la construcción de la sustentabilidad y de una ciudadanía crítica, propositiva y activa en los ámbitos nacional, estatal, municipal y local. 3. Contar con marcos jurídicos e instituciones nacionales, regionales y locales responsables del desarrollo de la educación ambiental para la sustentabilidad, y con mecanismos de concertación, coordinación y cooperación interinstitucionales e intersectoriales capaces de operar las políticas públicas definidas en este campo educativo. 4. Consolidar el campo de conocimiento en materia de EAS a través de programas de sistematización y evaluación de las prácticas, de impulso a las innovaciones educativas, de formación de investigadores, de mecanismos de articulación, comunicación, difusión e intercambio de experiencias entre los educadores y promotores ambientales.



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