ESTRATEGIA DE EDUCACIÓN AMBIENTAL PARA LA
SUSTENTABILIDAD EN MÉXICO SEMARNAT
Hoy en día es notable el avance del conocimiento científico
y el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación,
mismo que permite conocer la situación que prevalece en todo el planeta casi de
manera instantánea. Sin embargo, estos avances no han sido suficientemente
utilizados para crear una conciencia ambiental ni han logrado solucionar los
problemas que amenazan la sobrevivencia del ser humano. Es por esto que se ha
hecho cada vez mayor el llamado de los educadores ambientales para que estas
herramientas se conviertan en su principal aliado y se logre una sinergia de
los distintos sectores para impulsar la educación para la sustentabilidad
dirigida a los niños, a los jóvenes, a los maestros, a las madres y padres de
familia, a los tomadores de decisiones, a los agricultores, a los
empresarios... a todas las mujeres y hombres que vivimos en este país y que
tenemos la responsabilidad y el compromiso de legar un México sano y habitable,
sustentable para las siguientes generaciones.
Desde principios de la década de los años 90, se pueden
ubicar, por un lado, propuestas realizadas en distintos foros nacionales y, por
otro, esfuerzos colectivos, en la línea de generar un marco estratégico en
materia de educación ambiental, con el cual se alcanzara una orientación
nacional común aplicable a distintos contextos regionales y estatales. Es
decir, desde entonces se buscaba una plataforma en la que se establecieran tres
factores imprescindibles: a) los elementos centrales para definir las políticas
públicas en educación ambiental para la sustentabilidad (EAS); b) el
establecimiento de un pacto social federal de apoyo a la EAS desde los tres
órdenes de gobierno, y c) la garantía de trascendencia de una administración
pública a otra.
a) Una trayectoria nacional acumulada en materia de
educación ambiental que ha permitido retomar y actualizar esfuerzos anteriores,
que han buscado también como objetivo orientar el desarrollo teórico, metodoló-
gico y práctico de la EAS en el país.
b) Una maduración del “estratega”, es decir, la comunidad de
educadores ambientales de México, quien ahora cuenta con mayores conocimientos
y capacidades para contribuir al tránsito de una EAS “adaptativa” (el contexto
la domina y la define) a una EAS “de incidencia” (donde la citada comunidad “implanta”
al contexto algunas de sus propuestas).
c) La existencia de los citados planes estatales de
educación ambiental, los cuales: a) han otorgado referentes locales para el
desarrollo en este campo; b) han generado procesos y redes sociales en las distintas
entidades con disposición a una mayor articulación nacional;
c) han establecido
prioridades y temas centrales a atender a partir de los diagnósticos
socioambientales;
d) han orientado los
esfuerzos hacia la obtención de resultados concretos en la materia, y e)
proporciona mayor visibilidad pública a la educación ambiental (EA).
El desarrollo y la
crisis ambiental
Los patrones actuales
de producción y consumo son insostenibles y han tenido como consecuencia la
profundización y ampliación de la pobreza y la destrucción de los ecosistemas.
Tales patrones están ligados al concepto convencional y predominante de
desarrollo. Y, como ha señalado Wolfgang Sachs (1993), el desarrollo es, sobre
todo, una manera de pensar; Viola (2000) añade que es un poderoso filtro
intelectual de nuestra percepción del mundo contemporáneo. No puede fácilmente
identificársele con una estrategia o programa particular. Está asociado desde
la posguerra al camino universal, la superioridad de la economía, la
factibilidad mecánica del cambio, la aparición de nuevos actores (ligados a la
globalización económica) y ciertas transformaciones (como la tecnológica),
mientras se marginan a otros sujetos sociales y se degradan otras clases de
cambio.
La sustentabilidad
como marco para la educación ambiental.
La sustentabilidad, más allá de si se le usa como adjetivo
del desarrollo o de las sociedades (lo que por sí mismo genera debate), puede
entenderse de muy divergentes maneras. La compleja polisemia que el término
posee ha generado una evidente confusión, la cual se incrementa con el empleo,
muchas veces indiscriminado, de otros dos adjetivos: sostenible y sostenido.
Con el riesgo de simplificar excesivamente el debate, pueden ubicarse algunos
enfoques predominantes: Estrategia de Educación Ambiental 31 el que entiende la
sustentabilidad como “crecimiento económico sostenido”, es decir, no dejar de
crecer, no dejar de generar desarrollo en el sentido convencional, pero con
ajustes, especialmente de carácter económico y tecnoló- gico. Este enfoque
tiene como principal problema que lleva implícita una contradicción
irresoluble: que el desarrollo crezca infinitamente en un medio finito. En su
posición más convencional la gestión de los recursos parte del principio de
salvaguardar reductos naturales. El nivel de vida es un referente importante en
esta tendencia.
Actuales tendencias
de cambio en la educación ambiental para la sustentabilidad
Hay consenso entre los actores sociales involucrados en el
campo de la educación ambiental para la sustentabilidad de que ésta no posee
aún un cuerpo teó- rico consolidado. Esta debilidad puede explicarse por varios
factores: a) la corta trayectoria de esta tendencia educativa, que apenas tiene
alrededor de 30 años; b) la muy reciente identidad y despunte de la
investigación en educación ambiental; c) la predominancia de esfuerzos
prácticos, no sólo extracurriculares, sino en muchos casos anti-intelectuales;
d) la preponderante presencia en el surgimiento y desarrollo del campo de
profesionales de las ciencias naturales que, a pesar de sus muchos aportes
brindados, no tenían como prioridad el fortalecimiento teórico-filósofico y
pedagógico de la educación ambiental; y e) la confluencia de varias disciplinas
para la construcción del campo, que genera una tendencia hacia paradigmas
complejos, cuyo establecimiento tampoco tiene la suficiente madurez, dada su
escasa tradición teórica y epistemológica.
El término: educación
ambiental para la sustentabilidad.
La educación, como
fundamento de la sustentabilidad, se reafirmó en la Cumbre de Johannesburgo
mediante un compromiso plasmado en el Capítulo 36 de la Agenda 21 de la Cumbre
de Río, realizada en 1992. Tal reafirmación se plasmó al reconocerse que para
acceder a un nuevo paradigma, la educación desempe- ña un papel importante para
reorientar nuestras pautas de acción y contribuir Archivo Globe a la
transformación progresiva de las formas de utilización de los recursos y de las
interrelaciones personales desde criterios de sustentabilidad ecológica y
equidad social. Consciente de la importancia del desarrollo sustentable para el
futuro de la humanidad, en diciembre de 2002, mediante la resolución 57/254, la
Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el Decenio de las Naciones
Unidas para la Educación con miras al Desarrollo Sostenible (2005-2014) y
designó a la UNESCO para promoverlo. El propósito de esta iniciativa es
impulsar la educación como base para una sociedad más equitativa e integrar el
enfoque de la sustentabilidad a los diferentes niveles que conforman los
sistemas educativos.
Dimensiones y planos a profundizar en la educación ambiental
para la sustentabilidad
1) Dimensión política La educación ambiental para la
sustentabilidad debe canalizar esfuerzos en la construcción de sujetos críticos
que asuman posturas claras y en colectividad, y amplíen los espacios de gestión
social y garanticen, desde sus propias prácticas, las condiciones de diálogo,
de respeto y de participación como derechos que son indispensables para la
sustentabilidad. En esta misma línea, es preciso advertir que el concepto
predominante de democracia, que ha estado limitado por su estrecha vinculación
con el ejercicio individual de tomar una opción política (sobre todo expresado
en las urnas), se ha caracterizado por una intención y una capacidad
marcadamente débiles para generar opciones alternativas al modelo impuesto por
la sociedad de mercado. Así, para la educación ambiental ha existido desde
décadas atrás una preocupación por los acentuados procesos de individualización
y extensión de los valores de la productividad y el consumo que, aunque muy
coincidentes con la democracia formal, poco alientan la ampliación de los
márgenes para una participación ciudadana colectiva en la transformación de la
realidad social y ecológica.
2) Dimensión ecológica Cualquier concepto de sustentabilidad
que no gire alrededor del principio que enfatiza la dependencia de las
sociedades humanas hacia los ecosistemas, no tiene sentido. Esto puede sonar a
verdad de Perogrullo, pero cabe recordar que existen posiciones, ya
mencionadas, que entienden la sustentabilidad como la estrategia para
garantizar el crecimiento económico, lo que lleva, bajo tales posturas, a
rechazar mecanismos de control, que no sean los del propio mercado, sobre el
empleo y administración de los ecosistemas; es decir, paradójicamente existen
propuestas para una sustentabilidad no ecológica. El cúmulo de datos que están
documentando la carrera ecocida de las sociedades humanas resulta hoy en día
abrumador. Robert Goodland (1997), con base en un amplio uso de cifras sobre la
intensidad en el aprovechamiento de los recursos naturales de la Tierra y los
desechos generados por los procesos económicos, confirma con claridad, como lo
dice el título de su artículo “la tesis de que el mundo está en sus límites”,
lo que implica que el actual crecimiento de la economía global ya no puede
mantenerse.
3) Dimensión epistemológica y científica. Redclift (1997),
como muchos otros, se pregunta: “¿está capacitada la ciencia ante la tarea que
enfrentamos –equipar a las sociedades humanas para manejar el medio ambiente de
manera sustentable?” y este mismo autor reconoce que la autoridad social de la
ciencia y la tecnología está siendo, en este sentido y en otros, enjuiciada,
especialmente en los países del Norte. Hoy se pone en duda que la labor cognoscitiva,
y la práctica que de ella se deriva, esté contribuyendo a acercarse al mundo o
a las realidades regionales, de la manera realmente esperada por la gran
mayoría de la humanidad. Como plantea Prigogine (1989) la ciencia pasó en 150
años de ser “una fuente de inspiración a ser una amenaza de destrucción de
conocimientos, de las tradiciones, de las esperanzas más enraizadas en la
memoria cultural: no es tal o cual consecuencia tecnológica o resultado
científico, sino el mismo [espíritu científico] el que se ve acusado.”
4) Dimensión pedagógica Se refiere a la planeación y diseño
de situaciones de aprendizaje, la relación comunicativa entre los actores del
mismo (aspecto al que se le dedicará un apartado completo por la relevancia que
tiene y la escasa atención que se le ha dado) y de sus instrumentos didácticos
(como materiales y medios de difusión) para facilitar la comprensión de la
realidad y su transformación en el plano personal y comunitario. La teoría de
aprendizaje que subyace a este diseño pedagógico parte de privilegiar al
diálogo y de entender que el conocimiento es una producción colectiva derivada
de un proceso de ap
5) Dimensión ética Un proyecto de transformación ambiental,
desde el punto de vista educativo, además de replantear el proceso de
generación o construcción de conocimiento, debe analizar la orientación valoral
y política que están detrás de tal conocimiento. Aprender a aprender la
complejidad ambiental debe pasar, en el caso de la educación ambiental y de la
producción de conocimiento, por la integralidad de la persona y por el
reconocimiento de diversas formas de conocer, comprender y transformar la
realidad (Idem)
6) Dimensión económica Detrás del concepto de desarrollo,
entendido de manera predominante, de acuerdo con lo planteado en un apartado
anterior, como un cambio evolutivo, lineal y mecánico de las sociedades, existe
un pensamiento económico que cree en la posibilidad del crecimiento infinito de
la producción y el consumo, y cuya perspectiva determinista se ha resistido a
la modificación de sus principios. Las ciencias naturales y las sociales han
sido sistemáticamente interpeladas por la crisis ecológica, lo que las ha
obligado, a pesar de las resistencias, a ir consolidando en sus cuerpos
analíticos una perspectiva más integral que vincule la naturaleza y la cultura.
Sin embargo, existe cierto consenso en que la disciplina científica con menor
disposición a este cambio es la economía, aferrada a mantener como un principio
central la búsqueda del máximo beneficio monetario y a ignorar, o menospreciar,
la función vital que tiene el factor ambiental en el desarrollo, no sólo de la
actividad económica, sino de la existencia humana misma.
7) Dimensión cultural La cultura es una estrategia
adaptativa. Es una plataforma que tiene múltiples instrumentos de adaptación y
transformación del medio. Ello significa que la especie humana no se adapta, o
transforma el medio, exclusivamente a través de la técnica, sino también por
medio de instrumentos sociales y simbólicos. La sociedad no es sólo una
manifestación de fraternidad y convivencia, o de odios y guerras, ni los
símbolos una simple forma de fantasear. Representan también formas adaptativas
(Ángel, 1996). Materia necesaria de atención de la educación ambiental para
hacer visibles las profundas relaciones entre la cultura y sus producciones con
el territorio donde habita y de sus posibles riesgos para la sobrevivencia
provenientes de las creaciones culturales desadaptativas
Periodismo ambiental
mexicano y educación ambiental
Dentro de este subtítulo se incluyen reflexiones que en
torno a la práctica del periodismo ambiental se han producido en nuestro país
desde la década de los 70 hasta la fecha, en dos sentidos: a) el periodismo
ambiental, como forma de comunicación para la contribución de una cultura
ambiental en la sociedad; b) los avances y retos que deben enfrentarse en esta
materia de la mano de los procesos de educación ambiental para la
sustentabilidad. Por lo anterior, se presentan al final del documento, en el
rubro de los retos y propuestas, dos aspectos que, teniendo su particularidad,
deben trabajarse de manera entrelazada: el periodismo ambiental y la EAS, los
cuales deben surtir un efecto complementario entre la formación de una opinión
pública informada, la toma de decisiones de manera conciente y la participación
ciudadana a favor del medio ambiente y, por ende, de la calidad de vida de los
sujetos en colectividad.
Misión, Visión y Objetivos Estratégicos de la educación
ambiental.
Misión Desarrollar políticas públicas en materia de
educación ambiental para la sustentabilidad, tanto en el plano nacional como
local, que favorezcan la construcción de una cultura ambiental, el incremento
en la calidad de vida de la población, el fortalecimiento de la ciudadanía y de
las múltiples identidades culturales del país, y la protección de los
ecosistemas y su biodiversidad. Valores La misión tiene sentido en el marco de
una ética ambiental que considera un repertorio de valores humanos, entre los
que destacan los siguientes, sin menoscabo de otros que aporten a la sustentabilidad:
MISIÓN, VISIÓN Y OBJETIVOS ESTRATÉGICOS Omar Garza Visión En México, en el año
2014, la educación ambiental para la sustentabilidad es una política pública,
construida con amplia participación social, en los ámbitos de gobierno federal,
estatal y municipal, que se manifiesta de manera transversal en los quehaceres
sociales y es un elemento estratégico en el Plan Nacional de Desarrollo, en el
Programa Nacional de Educación y en el de Medio Ambiente, así como en los
programas sectoriales nacionales y estatales, en especial los de medio
ambiente, educación y desarrollo. Existe una estrategia nacional en operación
con impactos sociales y ambientales que favorecen un cambio cultural impulsado
por una sociedad activa que diseña y ejecuta programas y proyectos
consolidados, fundamentados en una institucionalidad fuerte, en una ciudadanía
crítica y participativa, en la incorporación de la educación ambiental para la
sustentabilidad en todos los niveles educativos, en una amplia y sólida oferta
de formación de educadores y de promotores, así como en la investigación y
divulgación científica y la revaloración de los saberes tradicionales.
Objetivos Estratégicos Se consideran los siguientes objetivos estratégicos, los
cuales tienen su sentido en la misión y procuran, por lo tanto, contribuir a su
cumplimiento: Estrategia de Educación Ambiental 209 Respeto a la vida en todas
sus manifestaciones, especies y ciclos naturales. Equidad y solidaridad
(justicia social y económica, corresponsabilidad, compromiso con los pobres).
Respeto a la diversidad humana (tolerancia a las diferencias, colaboración,
observancia de los derechos humanos). María Murrieta MISIÓN, VISIÓN Y OBJETIVOS
ESTRATÉGICOS 1. Consolidar la educación ambiental para la sustentabilidad como
una política pública fundamentada en una legislación, tanto específica, como
transversal, a otros campos relacionados; en una institucionalidad sólida,
gubernamental y civil; y en recursos financieros significativos para la
realización de programas y proyectos relevantes que tengan como fin la
construcción de una cultura ambiental en el país. 2. Conformar una amplia
oferta de formación ambiental que permita al país y a sus distintas regiones
contar con docentes, educadores y promotores ambientales y recursos humanos estratégicos
y operativos, profesionalizados, capaces de responder a las demandas que en
materia de EAS plantee la construcción de la sustentabilidad y de una
ciudadanía crítica, propositiva y activa en los ámbitos nacional, estatal,
municipal y local. 3. Contar con marcos jurídicos e instituciones nacionales,
regionales y locales responsables del desarrollo de la educación ambiental para
la sustentabilidad, y con mecanismos de concertación, coordinación y
cooperación interinstitucionales e intersectoriales capaces de operar las
políticas públicas definidas en este campo educativo. 4. Consolidar el campo de
conocimiento en materia de EAS a través de programas de sistematización y
evaluación de las prácticas, de impulso a las innovaciones educativas, de
formación de investigadores, de mecanismos de articulación, comunicación,
difusión e intercambio de experiencias entre los educadores y promotores
ambientales.
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